sábado, 18 de enero de 2025

Posta de robalo. Un domingo cualquiera


¿A quien le disgusta la idea de compartir el pan y la sal frente al mar en un restaurante cuyos platillos son particularmente celebrados por los locales? No es una respuesta obvia, porque pudiéramos pensar -por ejemplo- en los puestos clave en la Secretaría de Educación de Veracruz y en las renuncias a los mismos en los primeros 40 días de gobierno de la nueva administración jarocha. 

Y es que a veces, lo suculento conlleva tal riesgo de indigestión, que realmente no vale la pena el tiempo y la cantidad de sufrimiento por una instantánea gratificación. Al menos, no en un menú intermedio, aunque tal vez si hablamos de un amplio festín, como un puesto de Secretario de Educación, Oficial Mayor o Director de Recursos Humanos, vale la pena hasta una operación mayor, como la pérdida de la vesícula de la vergüenza o del apéndice de la dignidad, como lo han demostrado los últimos funcionarios a cargo de la educación de la juventud jarocha, por lo menos los últimos cinco desgobiernos y desgobernadores veracruzanos.











 

lunes, 30 de diciembre de 2024

Frankl, PicaPau y yo: Tejiendo sentido en tiempos difíciles

 De entre todos los tesoros de mi biblioteca, una colección que me encanta particularmente es la de mis libros de tejido, específicamente de amigurumis. 

Me gusta la tejedora Carla Mitrani, mejor conocida como Amour Fou, con su colección "mujeres del mundo" tejidas en la técnica amigurumi. También me fascina Ginansilyo ni Marya, Chiacrafts e Ildikko, pero sin duda, mi favorita es Yan Schenkel, mejor conocida como PicaPau. Es simplemente genial, como persona y como tejedora.






Mientras leía el prólogo del libro de PicaPau esta tarde, algo resonó profundamente en mí. Ella habla de tejer muñecos como una forma de contar historias, de transmitir cariño punto a punto. Me hizo pensar en cómo escribir, dibujar, cocinar y tejer son tan similares: ambos son actos de creación que requieren paciencia, que nos permiten procesar nuestras emociones en silencio. 

"Creo que la producción en masa y los materiales únicos nos están enfermando el corazón", dice PicaPau en su libro. Y tiene razón. En estos últimos años, tras perder a mi mamá, a mi hermano, a varias tías y al más querido de mis tíos, me di cuenta de que yo también me había "enfermado del corazón" y esa enfermedad me congeló el espíritu y me llenó de tristeza el alma. Me he obligado a seguir, pero a veces es duro continuar.

Como Yan con sus amigurumis, yo también quiero volver a crear, dibujar, bailar, sentir, sanar, pero no busco la perfección, sino la sanación a través de la creación planificada, al margen de un tipo de procrastinación que me impide sentir, porque puede doler, entristecer, enojar, indignar, extrañar y perder (aún más) el gozo, el entusiasmo y la paz. En la escuela, los maestros decimos que sin juego no hay aprendizaje. ¡Qué cosas! sin emociones, tampoco se aprende. El "Hacer jugando" de PicaPau tiene tanto sentido como el que Viktor Frankl plantea en su famoso best seller. Hoy lo sé.





Al final, estos libros de tejido en mi biblioteca son mucho más que simples manuales de instrucciones, porque son historias de sanación, de aprendizaje, de amor. 

PicaPau y otras tejedoras me han enseñado que crear con las manos es una forma de hablar con el corazón. En estos tiempos donde todo parece ser rápido y desechable, donde la pérdida de seres queridos me ha dejado el alma adolorida, el tejido se ha convertido en mi forma de resistir, de sanar, de recordar.

Qué razón tiene este texto de Elena Bernabé, compartido y traducido por Takiruna. Lo comparto esperando que ayude a cualquiera que necesite leer estas palabras: 

- "Abuela, ¿cómo se afronta el dolor?"

- "Con las manos, cariño. Si lo haces con la mente en lugar de aliviar el dolor, este se endurece aún más".

- "¿Con las manos abuela?"

- "Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las mueves tejiendo, cocinando, pintando, jugando o hundiéndolas en la tierra, envías señales de cuidado a la parte más profunda de ti. Y tu alma se ilumina porque le estás prestando atención. Entonces las señales del dolor ya no serán necesarias".

- "¿Las manos son realmente tan importantes?"

- "Sí, hija mía. Piensa en los bebés: comienzan a conocer el mundo gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida que cualquier otra parte del cuerpo. Todo lo que se hace a mano se dice que está hecho con el corazón. Porque es realmente así: las manos y el corazón están conectados.

Los masajistas lo saben bien: cuando tocan el cuerpo de otra persona con sus manos crean una conexión profunda.

Es precisamente a partir de esta conexión que llega la curación.

Piense en los amantes: cuando se tocan las manos, hacen el amor de una manera más sublime".

- "Mis manos abuela ... ¡cuánto tiempo no las he usado así!".

- "Muévelas, mi amor, comienza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Y en cambio lo que hagas con ellas se convertirá en la obra maestra más hermosa. Y ya no dolerá más. Porque habrás sido capaz de transformar su esencia".



P.D.: Al final, como dice PicaPau, "el tiempo en cada punto, la paciencia en cada costura, la búsqueda de la cantidad perfecta de relleno"  y así quiero que sea este blog: paciente, cuidadoso, honesto. Un punto cada día, una palabra cada vez, hasta formar algo que, aunque imperfecto, esté lleno de significado. Este blog es para mi, pero si te gusta a ti, me alegrará mucho <3



jueves, 2 de noviembre de 2023

Tejer, destejer y aprender: Confesiones de una tía swiftie





La hija de mi mejor amiga (sobrina del corazón) me pidió que le tejiera el amigurumi de Taylor Swift, por lo que me dediqué a buscar patrones de la muñeca en Etsy. Encontré uno de Aracnené, una talentosa crochetera, que diseñó una Taylor llena de detalles y (aparentemente) muy fácil de tejer.

Y es que tejer nunca se trata sólo del acto de combinar nudos y puntadas, también es acerca del reto de construir desde cero un rompecabezas que al final se unirá en un personaje o un objeto que costó tiempo, dinero y esfuerzo. 

Tejer es un hobby relativamente caro, pero es de los más satisfactorios en términos de "producto terminado", en un mundo donde el valor tiende a medirse en términos de producción masiva y eficiencia, el tejido a mano representa una forma de resistencia cultural: una afirmación de que el tiempo, la paciencia y la dedicación artesanal tiene un valor intrínseco que trasciende lo puramente económico. 

En este momento me viene a la cabeza la crónica de Eduardo Galeano, cuya otra resistencia cultural se resumía en negarse a tirar todo, sólo porque sí: "Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo). Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir"




Guardando proporciones, todos nos preguntamos al ver La Piedad, de Miguel Ángel, cómo emergió tal portento de un simple bloque de piedra y lo mismo pasa con la cantidad de estambres de diversos materiales, formas y colores, en el resultado que tenemos en nuestras manos. Por eso, del tamaño del reto es el calibre del descubrimiento. Quién imaginaría que de varios estambres Omega marca "Abuelita", saldría una muñeca de una de las artistas más famosas de todos los tiempos, por la que las swifties están dispuestas a pagar cifras de más de tres ceros, pero que una tía alcahueta no vacila en tejer amorosamente para su querida sobrina. Ni Maussan podría descifrar tal misterio del Tercer Milenio...¿a poco no?


En términos de "saber leer", recuerdo que PicaPau en la introducción de su libro de amigurumis, cuenta que en portugués, al patrón de tejido también se le dice "receta", ligando el arte de la cocina con el arte del tejido y el arte de la escritura, porque se leen los patrones de tejido o costura, se leen los ingredientes de la receta con los ojos y con las manos ¿cuántas veces nuestras abuelas nos decían que los gramos y las cucharadas eran innecesarios y que con los dedos de las manos haciendo las veces de instrumentos de medición debíamos ir "tanteando" el sazón, para no necesitar nada más que la cabeza, las manos y el corazón para lograr un guiso insuperablemente delicioso?

 Erróneamente, solía pensar que comprar un patrón de un artista del tejido quitaba en cierta manera el mérito del diseño propio, al reproducir el modelo de otro artista, pero como dice Austin Kleon, parafraseando a Picasso: "Los buenos artistas copian, los grandes roban el diseño completo". La pregunta del millón es cómo encajan los modelos educativos tradicionales y rígidos con esta forma de aprendizaje artesanal, basada en la memoria del corazón, la repetición y la interpretación personal. 

El tema es serio, pues el trabajo del profesor es, a fin de cuentas, un oficio que se supone se perfecciona con el tiempo, como el del artesano,  aunque algunos tienen un año de servicio repetido 5, 10, 30 veces. Afortunadamente, son los menos.


He estado pensando en los conceptos de transdisciplinariedad y transversalidad de Édgar Morin, porque según yo, se evidencia más claramente la diferencia entre el modelo tradicional por asignaturas y la propuesta por proyectos, pues en el tejido, aprendemos a leer con un vocabulario gráfico, un lenguaje simbólico que en un amigurumi implica el conocimiento del álgebra, en el conteo de puntos y vueltas; así como de geometría, al contemplar el manejo de los volúmenes y proporciones y también de literatura o story telling, al plasmar al personaje que previamente hubo que comprender en todas sus facetas para posteriormente aterrizar la interpretación en el patrón que puede incluso venderse en plataformas como Etsy para que otros tejedores construyan su propia interpretación hilada de lo que sea. Tal cual.  



La evaluación en el oficio de los tejedores también difiere significativamente de la que se realiza en el modelo educativo tradicional. En el sistema formal, los exámenes estandarizados miden el conocimiento en momentos específicos. En el aprendizaje artesanal, la evaluación es continua y orgánica: cada puntada proporciona retroalimentación inmediata, cada proyecto completado es una demostración tangible del progreso. 

No hay "respuestas incorrectas", solo diferentes interpretaciones y oportunidades de mejora. Toda tejedora (o tejedor) sabe que se aprende más destejiendo que tejiendo. El error es siempre aprendizaje, oportunidad, experiencia. Destejer es perdonarse uno mismo primero y pensar en la obra terminada antes que en el mito de Sísifo y en la flojera que da pensar que una hora de tejido se deshilache (literalmente) en 20 segundos. El error en el tejido consiste en echarse porras y tomar desiciones: aprender antes que rendirse.




Y mientras que la educación formal depende de títulos, diplomas y certificaciones, que últimamente pugnan (como dice Gabriel Zaid) por la credencialización de la ignorancia, el aprendizaje artesanal florece en comunidades de práctica donde la experticia se demuestra a través del trabajo mismo. 

Una maestra tejedora no necesita un título para validar su conocimiento; sus creaciones y su capacidad para guiar a otros son su credencial viva. Aquí puedo hablar por mí, como "eterna aprendiz", tal cual se definió Miguel Ángel, más por enfatizar el aprendizaje en el oficio, que por esgrimir una falsa modestia. 



Esta forma de aprender desde el oficio, puede ofrecer una nueva mirada de la educación bancaria de Freire, para comprender que en determinadas áreas del conocimiento (no imagino a un doctor aprender de forma diferente al modelo tradicional, aclaremos eso), como el oficio de los tejedores, este es un proceso orgánico, donde el conocimiento se construye a través de la experiencia, el "error productivo" y la tutoría contextualizada. Y mientras escribo estas líneas, pienso que un título atractivo para esta entrada de mi blog, puede ser "Amigurumi y pedagogía: Cuando Freire conoció a Taylor Swift", emulando a Santiago Posteguillo y el título de su libro "Cuando Frankenstein leyó el Quijote" que no se refiere a una historia en especial, sino a varias, de varios libros. 


Como aquella Taylor Swift de estambre que ahora habita en las manos de mi sobrina, el conocimiento más valioso es aquel que se teje con cuidado, se comparte con amor y se transforma en las manos de quien lo recibe. 

Quizás aquí radica la verdadera revolución educativa: no en reformar el sistema desde arriba, sino en reconocer y valorar estas formas ancestrales de transmisión del conocimiento que han sobrevivido precisamente porque funcionan, el aprendizaje como un acto de resistencia cultural, como una forma de preservación de lo verdaderamente valioso. Eso es tejer.

Y en eso radica la verdadera magia del aprendizaje: no en la reproducción exacta de un patrón, sino en la interpretación personal que cada aprendiz aporta al tejer su propia comprensión del mundo. Como en el tejido, como en la vida misma.



 

jueves, 14 de abril de 2011

El reloj de Jacob

Cuando era pequeña, alguien me regaló un reloj de Mimí mouse rojo con los brazos y manos simulando manecillas. Me gustó mucho. El día que fui a la escuela, un niño me dijo que me cambiaba su reloj por el mío. Le respondí que no era necesario que me diera su reloj y le regalé el mío. 

Cuando llegué a casa, ardió Troya. No solamente había regalado un obsequio, sino que prácticamente había sido timada por un niño "más inteligente". Traté de explicar que no me engañaron, que yo se lo di porque quise dárselo, aún sin esperar que el beneficiario le contara a todos los compañeritos lo tonta que según el, era yo. 

En mi casa me dijeron "pendeja" y mi tío auguró que nunca triunfaría en la vida, porque era "demasiado buena", frase que para él es sinónimo de estúpida. 

Más tarde, mi abuela me llevó a su pieza y me leyó el pasaje bíblico donde Esaú vende su primogenitura a Jacob a cambio de un plato de lentejas. Génesis 25: 27-34 RVR1960.  Me quedé analizando sesudamente el tema y le contesté a mi abu que el reloj de Mimí no era la Tierra Prometida, que yo no vendí el reloj, se lo dí al niño a cambio de nada y que ciertamente, yo no era Jacob. Mamá grande no contestó nada, pero en su mirada entendí que para pertenecer, tenía que dejar de ser.

Actualización. Enero de 2025. Mi iWatch no funciona. No carga. Lo dejé en el buró de mi habitación en Xalapa. Mi familia me pide el objeto para tratar de arreglarlo. Suena bastante lógico, excepto que yo sé que -con base en mi historia- consideran seriamente la posibilidad de que haya obsequiado mi reloj. Eso indicaría que consideran que el reloj podría tener compostura, pero yo jamás...¿será?

Posta de robalo. Un domingo cualquiera

¿A quien le disgusta la idea de compartir el pan y la sal frente al mar en un restaurante cuyos platillos son particularmente celebrados por...