jueves, 14 de abril de 2011

El reloj de Jacob

Cuando era pequeña, alguien me regaló un reloj de Mimí mouse rojo con los brazos y manos simulando manecillas. Me gustó mucho. El día que fui a la escuela, un niño me dijo que me cambiaba su reloj por el mío. Le respondí que no era necesario que me diera su reloj y le regalé el mío. 

Cuando llegué a casa, ardió Troya. No solamente había regalado un obsequio, sino que prácticamente había sido timada por un niño "más inteligente". Traté de explicar que no me engañaron, que yo se lo di porque quise dárselo, aún sin esperar que el beneficiario le contara a todos los compañeritos lo tonta que según el, era yo. 

En mi casa me dijeron "pendeja" y mi tío auguró que nunca triunfaría en la vida, porque era "demasiado buena", frase que para él es sinónimo de estúpida. 

Más tarde, mi abuela me llevó a su pieza y me leyó el pasaje bíblico donde Esaú vende su primogenitura a Jacob a cambio de un plato de lentejas. Génesis 25: 27-34 RVR1960.  Me quedé analizando sesudamente el tema y le contesté a mi abu que el reloj de Mimí no era la Tierra Prometida, que yo no vendí el reloj, se lo dí al niño a cambio de nada y que ciertamente, yo no era Jacob. Mamá grande no contestó nada, pero en su mirada entendí que para pertenecer, tenía que dejar de ser.

Actualización. Enero de 2025. Mi iWatch no funciona. No carga. Lo dejé en el buró de mi habitación en Xalapa. Mi familia me pide el objeto para tratar de arreglarlo. Suena bastante lógico, excepto que yo sé que -con base en mi historia- consideran seriamente la posibilidad de que haya obsequiado mi reloj. Eso indicaría que consideran que el reloj podría tener compostura, pero yo jamás...¿será?

Posta de robalo. Un domingo cualquiera

¿A quien le disgusta la idea de compartir el pan y la sal frente al mar en un restaurante cuyos platillos son particularmente celebrados por...